La economía solidaria católica es una aproximación económica que se basa en los principios de solidaridad y justicia social, inspirados por la doctrina social de la Iglesia Católica. Esta perspectiva económica busca promover relaciones económicas justas y equitativas, donde se priorice el bien común y la dignidad humana sobre el beneficio individual o corporativo.
La economía solidaria católica incluyen:
Solidaridad: Se enfoca en la interdependencia y la responsabilidad mutua entre los miembros de la sociedad, promoviendo la colaboración y la ayuda mutua en lugar de la competencia desenfrenada.
Justicia social: Busca abordar las desigualdades económicas y promover la distribución equitativa de los recursos, asegurando que todos tengan acceso a lo necesario para vivir con dignidad.
Bien común: Prioriza el bienestar de toda la comunidad sobre los intereses individuales, reconociendo que el desarrollo económico debe beneficiar a todos, especialmente a los más vulnerables.
Sostenibilidad: Considera la importancia de cuidar el medio ambiente y utilizar los recursos de manera responsable, reconociendo que el desarrollo económico debe ser sostenible a largo plazo.
La economía solidaria católica puede manifestarse a través de diversas prácticas económicas, como cooperativas, empresas sociales, microfinanzas éticas y programas de desarrollo comunitario. Estas iniciativas buscan transformar las estructuras económicas y sociales para promover una mayor justicia y solidaridad en la sociedad.